Quién no ha soñado alguna vez que flota en el aire y vuela con destreza. Es magnífico. Menos agradable es soñar que uno se cae de la cama o a un pozo o que lo asfixian. Todos estos sueños o pesadillas están bien estudiados por la ciencia.
Son sueños alucinatorios, por eso son tan vívidos. Se manifiestan de manera más intensa porque aunque no exista ningún estímulo físico externo que nos produzca estas sensaciones, las percibimos como auténticas.
Sentimos de verdad que nos tocan o aprietan y notamos como real el vértigo del vuelo o de hundirnos en el mar. Hay personas que confundidas, y buscando una explicación a sus alucinaciones oníricas, aseguran haber sido abducidas por un ovni durante la noche o visitadas en su dormitorio por algún ser amenazante. También los hay que creen haber salido de su propio cuerpo y verlo flotando desde arriba.
Sentimos de verdad que nos tocan o aprietan y notamos como real el vértigo del vuelo o de hundirnos en el mar. Hay personas que confundidas, y buscando una explicación a sus alucinaciones oníricas, aseguran haber sido abducidas por un ovni durante la noche o visitadas en su dormitorio por algún ser amenazante. También los hay que creen haber salido de su propio cuerpo y verlo flotando desde arriba.
Alucionaciones comunes
“Se llaman alucinaciones hipnogógicas, es decir, que se producen en una situación entre la vigilia y el sueño. Pueden ser auditivas, visuales y táctiles”, explica a RTVE.es Gonzalo Pin, jefe de la Unidad del Sueño del Hospital Quirón de Valencia. “No son alucinaciones patológicas. Al contrario, son algo muy común”, señala.
Tenemos este tipo de sueños con frecuencia desde los seis años hasta la adolescencia. En la edad adulta lo soñamos poco y casi siempre en situaciones de estrés y cansancio.
La inmensa mayoría de este tipo de alucinaciones se producen en un momento muy concreto del ciclo del sueño. El sueño tiene dos grandes fases, la NREM y la REM, que se alternan. En una noche se repiten de 4 a 6 de estos ciclos de sueño.
La fase NREM es la del sueño profundo y reparador. En esta etapa nuestros músculos se relajan, la respiración se vuelve uniforme, baja la temperatura, la presión arterial y el ritmo cardiaco. Son periodos amnésicos donde no se recuerda nada de lo soñado. Dura alrededor de una hora y le sigue la fase REM.
Paralizados y rígidos como una roca
Durante la fase REM, que dura media hora, el cerebro está muy activo, tanto que su estado se asemeja al de vigilia. “En esa etapa soñamos y recordamos los sueños con nitidez porque el cerebro está muy activo y genera recuerdos que almacena en la memoria”, asegura Pin.
En esta fase también aumenta la actividad metabólica, la temperatura corporal y los ojos se mueven mucho bajo los párpados. Tanto es así que su nombre es el acrónimo de Rapid Eye Movement, movimiento rápido de ojos, en inglés.
Cuando soñamos que estamos paralizados y rígidos como una roca es auténtico
Sin embargo, los músculos del resto del cuerpo quedan paralizados. El cerebro segrega una serie de neurotransmisores que inhiben las neuronas motoras. Esta parálisis del sueño es un mecanismo natural que evita que ocurran accidentes mientras dormimos. En este caso concreto, cuando soñamos que estamos paralizados y rígidos como una roca es auténtico.
Al final de la fase NREM, en el estadío de sueño profundo, cuando está a punto de comenzar la fase REM, se alternan momentos de sueño NREM con sueño REM. Es en ese momento del ciclo del sueño cuando se producen las alucinaciones que, admitámoslo, ponen salsa a la vida. De ninguna otra manera podríamos sentir que surcamos el cielo como una majestuosa águila.