2 de marzo de 2014

En 1953 se publicaba Ciudad de Clifford Simak, una novela de ciencia ficción en la que se describe un futuro en el que los humanos se han extinguido y los perros son la raza dominante en el planeta Tierra. Este salto evolutivo comienza gracias a un científico que logra dotar a los perros de la facultad de hablar. Es decir, de articular sonidos de manera humana.

Que los perros puedan hablar es el deseo de más de un amo, al igual que poder saber lo que los canes piensan es el de tantos otros. Evidentemente, son nuestros más leales compañeros y mucha gente afirma que puede comunicarse con ellos, mientras que los especialistas afirman que ellos lo hacen con nosotros.

Sucede que, a fin de cuentas, los perros y los humanos no somos tan distintos. De hecho, según un nuevo estudio publicado en la revista Current Biology, los cerebros de ambas especies reaccionan de maneras muy similares al momento de escuchar y procesar sonidos vocales.


Seis Golden Retriever y cinco Collies junto a 22 hombres y mujeres participaron en el experimento. Conectados a un escáner cerebral, se pudo estudiar cómo cada ejemplar respondía de manera similar ante una grabación que contenía sonidos humanos, caninos y de otras especies. Los resultados arrojaron que tanto en humanos como en caninos, ante los mismos estímulos, se encendían zonas análogas en sus cerebros.

Se sabe que el sentido del oído se encuentra mucho más desarrollado en nuestros mejores amigos. Entendemos que, respecto a las frecuencias sonoras, los perros pueden escuchar un rango más amplio de ondas sonoras que los humanos. Pero en cuanto a la comunicación, se postula a las humanos con un sistema más complejo de cifrado de mensajes: el lenguaje.

Estos son los primeros estudios comparativos a nivel neurológico que se hacen entre el hombre y una especie que no es primate. Los resultados son asombrosos: los perros nos entienden. ¿Pero qué es lo que entienden? No tienen la facultad de entender el mensaje, ni nuestro idioma, pero sí las emociones que acompañan la forma en la que hablamos.

Parecería haber un idioma universal en la naturaleza. Es el único que los perros hablan y entienden. Entonces, de nuestras palabras no extraen conclusiones, pero sí pueden entendernos leyendo las emociones detrás de nuestro discurso.

El hombre a cargo de estas investigaciones, Attila Andics de la Universidad de Eötvös Loránd en Hungría, afirmó que “hay reglas acústicas que son las que transmiten información emocional y parecen ser comunes entre especies”. Por ejemplo, cuando los perros están felices, sus ladridos son cortos y brotan en ráfagas. Mientras que cuando están tristes, emiten aullidos más profundos y largos. No son muy distantes estas expresiones de la risa y el llanto humanos.

Según Andics, este sería sólo el principio. A partir de este experimento, se cree que no sólo los perros y los primates comparten esta facultad para comunicarse a través de las emociones, sino una lista mucho más extensa de mamiferos.