El alcohol es uno de los teratógenos (sustancias que pueden inducir malformaciones congénitas) más potentes que se conocen. Alteración de la conducta, retraso mental, malformaciones al corazón, huesos y articulaciones, retardo del crecimiento intra y extraútero, epilepsia y rasgos faciales anormales son algunos de los trastornos que puede tener el hijo de una madre que bebe alcohol. Además, puede generar hipertensión arterial maligna y tromboembolismos, dos enfermedades que pueden terminar con la vida de la madre y el feto. Hay estudios que revelan que el alcohol es perjudicial aún en bajas cantidades (una copa o lata de cerveza).
Las mujeres embarazadas, en su mayoría, pueden y deben tener relaciones sexuales ya que una buena relación con su marido es un factor psicológico beneficioso para el embarazo. Es importante encontrar posiciones sexuales que no ejerzan demasiada presión sobre el abdomen, principalmente cuando el embarazo está avanzado. En el embarazo múltiple, el cual desde el principio se considera de alto riesgo, las relaciones sexuales están contraindicadas a partir de la semana 32 ya que el semen masculino tiene prostaglandinas que pueden desencadenar un parto prematuro. Este mecanismo puede ser útil cuando hay un embarazo prolongado.
Una embarazada normal debe aumentar alrededor de un 20% de su peso: el aumentar poco o mucho es perjudicial para la madre y para el ser humano que se está desarrollando en su interior. También hay que recordar que las necesidades de la madre no son las mismas que las del feto, el cual necesita de todos los nutrientes, principalmente de ácido fólico y iodo para formar correctamente el "tubo neural", en donde posteriormente se desarrollará el sistema nervioso. Por ello no se debe pensar que la madre debe consumir el doble de ración ya que puede generar obesidad y otras enfermedades que terminan perjudicando el embarazo.
Se dice que si el abdomen es puntiagudo lo más probable es que sea hombre y, si es redondo, lo más probable es que sea mujer. Esto es un mito debido a que es imposible determinar el sexo del feto por la forma abdominal. La única forma para determinar el sexo tempranamente es a través de una ecografía, la cual se realiza por lo general a las 20 semanas de gestación por vía transabdominal o transvaginal, según estime conveniente el médico. Hay casos en donde es casi imposible determinar el sexo del feto, como en los embarazos múltiples en donde la posición de un feto puede estar tapando los genitales del otro.
Las contracciones son un fenómeno normal del útero. Lo importante es reconocer cuando estas contracciones están desarrollando un trabajo de parto. Las contracciones de "Álvarez" están presentes durante casi todo el embarazo y tienen una intensidad máxima de 20 mmHg (milímetros de mercurio). Estás no son percibidas por la madre. Durante el tercer trimestre se agregan las contracciones de "Braxton-Hicks" las cuales tienen una intensidad de 25 mmHg. Para que se desencadene un trabajo de parto deben haber dos a cuatro contracciones en 10 minutos que duren 30 a 60 segundos con una intensidad de 30 a 50 mmHg. Otro dato importante es la dilatación del cuello uterino y la pérdida de alguna sustancia como moco o sangre. Si esto ocurre ve urgente a un hospital.